Piel, ¿por qué es tan importante cuidarla?

Los cuidados de la piel

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano. En un adulto posee una superficie media de dos metros cuadros y pesa alrededor de 5 kg. Su principal función es la de proteger el cuerpo de las bacterias, virus y otras agresiones actuando como una barrera. Además, la piel regula la temperatura corporal, y sintetiza la vitamina D, esencial para mantener la salud de los huesos. Es el vehículo para el sentido del tacto, a través de las terminaciones nerviosas. El estado da piel puede tener un gran impacto sobre nuestra autoestima, y por eso es importante cuidarla.  

Las 3 capas de la piel

  • – Epidermis: es la capa más externa de la piel. No tiene vasos sanguíneos ni terminaciones nerviosas,  pero, es la encargada de defendernos de bacterias hongos y los rayos UVA.  
  • – Dermis: es la capa intermedia, la que da soporte a la piel y le aporta los nutrientes. Regula la temperatura corporal y posee estructuras nerviosas por las que sentimos frío, calor, cosquillas… 
  • – Hipodermis: es el tejido subcutáneo, la capa más profunda y espesa, formada por células grasas denominadas adipocitos.  

¿Qué factores afectan a la piel?

El estado y apariencia de la piel es clave para nuestra salud y nuestro bienestar. Hay diversos factores internos y externos que afectan a su estado y a su aspecto. Entre los factores internos destacan: 

La genética, algo que va a determinar cómo es nuestra piel (seca, grasa, mixta) y cómo envejece, solo en parte, porque el 80% del envejecimiento cutáneo se debe a los rayos solares.  

Las hormonas. Cambios hormonales como los que se producen en la adolescencia, en el embarazo o en la menopausia, juegan un papel fundamental en el estado de nuestra piel. En la adolescencia, los cambios hormonales son los responsables del acné. En el embarazo, las hormonas pueden estimular una mayor producción de melanina dando lugar a las manchas conocidas como melasma. En la menopausia, los niveles de estrógenos descienden, provocando sequedad cutánea y otros cambios como arrugas profundas y flacidez. 

La microbiota. La flora intestinal, es decir, el conjunto de microorganismos presentes en nuestro cuerpo como las bacterias, los hongos o los virus, también influyen en nuestra piel. Algunas enfermedades como el acné, la rosácea, la dermatitis atópica o la psoriasis están relacionadas con la alteración de la microbiota. 

El inflammaging. El inflammaging (inflamación y edad, en inglés) se sitúa como otro factor que puede ocasionar un envejecimiento prematuro de la piel. Es un proceso crónico que va debilitando el sistema inmunológico. La dermis se va volviendo más fina y frágil, lo que la hace más propensa a las agresiones.  

Entre los factores externos que afectan al estado de la piel destacamos el exposoma, término que hace referencia a un conjunto de factores a los que todos estamos sometidos desde nuestro nacimiento y que tienen una importancia fundamental en el estado de la piel. Dentro del exposoma destacan: 

La radiación solar, responsable del 80% del envejecimiento cutáneo. El sol provoca pigmentación, contribuye a la formación de arrugas profundas y a la pérdida de colágeno.  

La alimentación es otro factor esencial en el estado de nuestra piel, llevar una dieta equilibrada y variada, rica en antioxidantes, frutas, verduras, pescado, legumbres… es clave para el estado de la piel. Unido a la alimentación hay un proceso que puede afectar a la piel que se conoce como glicación: las dietas que contienen altas concentraciones de azúcar refinado pueden predisponer a un envejecimiento prematuro, a través de la formación de una reacción química.  

El estrés y la falta de sueño (dos graves problemas en la sociedad actual) también influyen en el estado de la piel, tanto fomentando su envejecimiento prematuro, como agravando patologías como la dermatitis atópica, el acné o la rosácea.  

La contaminación ambiental, la temperatura o el tabaco forman parten también del exposoma y son factores externos que influyen en el estado de nuestra piel. 

Los cuidados esenciales de la piel

Para cuidar la piel es importante seguir una rutina de belleza adaptada a sus necesidades, pero también, como hemos visto, es básico nuestro estilo de vida: alimentarnos bien, hidratarnos bien, dormir bien, controlar el estrés, evitar el tabaco, protegernos del sol… nos va a ayudar a tener una piel más saludable.  

En la rutina de cuidados esencial no puede faltar la limpieza, el primer paso para cuidar la salud de nuestra piel. Limpiar la piel mañana y noche es importante para eliminar los residuos que se acumulan y conseguir que los productos que aplicamos después tengan mayor eficacia.  

Para mantener la función barrera hay que hidratar la piel con cosméticos adecuados según el tipo de piel.  

La protección solar se convierte en otro cuidado esencial para evitar la acción de los rayos UV, infrarrojos y la luz azul.  

Otros cuidados complementarios son la exfoliación, la aplicación de antioxidantes (para evitar el estrés oxidativo que provocan los radicales libres), el uso de activos transformadores (retinoides, alfahidroxiácidos…), masajes que ayuden a cuidar la musculatura, eliminar toxinas, mejorar la circulación, etc.  

Cuidado Cutáneo

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